CUBA SALVA… ¿CUBA SALVA?

Lien Estrada
Foto: Henry Constantín

El concepto de salvación no ha sido el mismo para todas las culturas, y todas las épocas. Por supuesto, varía en dependencia de las mentalidades que portan mujeres y hombres en cada uno de sus momentos históricos concretos. Estas concepciones surgen cuando se agudizan las crisis. La necesidad de trascender todo peligro mortal que se pueda experimentar, y expresarlo, ha acompañado siempre al género humano, y lo seguirá haciendo.

Coincidimos en el valor máximo e indiscutible que es el tener un cuerpo sano, ya lo decían los hebreos, enfermedad es sinónimo de ausencia de proyectos. Por lo que no se puede dejar de agradecer a las batas de blanco que viven cada día el desafío de recuperar la salud de los contagiados, pero también es importante señalar que la vida plena demanda de un gobierno tanto como de un cuerpo que estén libres de virus mortales.

Y por causa de la COVID-19 y las disposiciones del estado cubano, en nuestro país estamos enfrentando actualmente situaciones bien complejas, como lo es el hecho de que el mismo gobierno en la Isla atienda la salud física de sus conciudadanos y al mismo tiempo sea capaz de invisibilizar, y anular de este modo, el derecho y deber que tienen esas persona de expresar lo que piensan o creen, solo porque no coincide con el discurso oficial.

Confrontamos la experiencia de esa gratitud sincera por ayudar a salvar a quienes están en peligro de muerte, con la realidad de que aún en medio de la pandemia las autoridades son capaces de seguir reprimiendo a ciudadanas y ciudadanos por el sencillo hecho de emitir una opinión contraria a las establecidas “desde arriba”.

Confrontamos el hecho de que ese mismo gobierno que nos puede evitar la muerte o el adiós definitivo, ejerce presión sobre las personas para someterlas, a veces descarnadamente, otras con sutileza. Vivimos la realidad de que los cuerpos salvados luego tienen muy difícil encontrar espacios donde realizarse en lo profesional o intelectual.

Todo esto es muestra por parte de quienes nos gobiernan de una falta de sensibilidad y humanidad muy grandes, si somos conscientes de que ni siquiera en medio de una pandemia que puede poner fin a nuestras vidas, o sea, en situaciones límites como estas, el gobierno cede en su obcecación lamentable.

Hoy muchas y muchos, orgullosos, exclaman “Cuba salva”. Tienen el derecho de declarar lo que consideren correcto. Pero estas otras realidades que se viven en la Isla, ¿no son dignas de valorarse también? ¿Entonces, de qué salvación estamos hablando?

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