✍️ Mildrey Betancourt Rodríguez
📷 Nachely Rivero
Es difícil hacer ver un espejismo ideológico a quien ya ha pulido sus lentes. Por más grados que haya alcanzado en la escuela obligatoria del adoctrinamiento, la realidad se revela a quien aprende a purificar la razón.
Si bien, “todo es del color del cristal con que se mira” como dice una antigua frase popular, al menos tiene que estar limpio. Sea cual sea la tonalidad en la gama cromática es imposible reconocer el paisaje a través de un vidrio empañado.
Hay quien, a pesar de que otros le ayudan con sus espejuelos, mantiene la zona de confort en las comunes frases del enajenado: “Esto no lo tumba nadie”, “todos los gobiernos son iguales”, “es culpa del bloqueo”… Con ese nivel de neblina ocular ya no le hace falta saber la diferencia entre dictadura y democracia. Su vida es tan simple como la de cualquier insecto y tan compleja como la de un esclavo.
Recuerdo, de mis años de estudiante, la vez en que mis compañeros del internado iniciaron una miniprotesta pacífica por causa de la suspensión general del pase a los hogares el viernes. Un directivo trató de explicar la ineficacia de las quejas refiriendo que era “una cuestión de enfoque”. El argumento del funcionario era tan absurdo, que los alumnos lograron finalmente su objetivo con solo mantenerse firmes en su posición.
Cuando todos asimilemos, como aquellos jóvenes, que «el fin de semana es nuestro», será nuestro el destino de la patria. No se trata de una fila de criterios repetidos, sino de observar las circunstancias con la pulcritud del entendimiento, de ya muchos cubanos, y la dignidad que merece esta tierra.
DIOS BENDIGA A CUBA.
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