¡PUEBLO DE CUBA!

✍ Mario Ramírez

Con mucho dolor he contemplado por estos días las imágenes que muestran el odio de una parte de nuestro pueblo. Hace poco hablamos en estas páginas de la nueva era revolucionaria en la que la inevitabilidad histórica nos ha sumido, pero me sigue pasmando la celeridad con la que los odiadores han prescindido de sus máscaras y se ofrecen a la tarea servil de defender al amo que nos oprime por igual a todos.

Digo por igual y digo poco, digo mal, pues las prebendas con las que son convocadas esas pobres gentes no sólo son volubles y costosas, sino bien dosificadas para permanecer en la miseria, para recordarles a sus secuaces, portadores de palos y fusiles para herir al prójimo, lo miserable que aun tras la recompensa seguirán siendo y que por tanto necesitarán del amo para gozar de un segundo de poder, para asumir por un segundo el papel del amo, para mancharse en lugar del amo las manos de sangre.

¿Pero acaso alguna vez no fue así? ¿No hubo el esclavo que denunció a su hermano cimarrón? ¿No hubo el guerrillero que combatió al mambí? ¿No existió el apapipio republicano que echó por tierra los planes de algún hombre bueno? ¿No fue la revolución del ’59 una puñalada por la espalda a la nación? ¿No hemos vivido décadas cuidando el tono de la voz o midiendo las palabras con las que reprochamos al sistema, por miedo a que el oído atento de cierto “compañero” nos entregue al amo, como ante Herodes la cabeza de Juan?

No diríamos ya que quien llamó apóstol a Martí, conciliador de las pasiones en un pueblo tan oprimido como este, dio en el clavo, sino que echó a la luz ese aditamento con el que fue fijada entre nosotros la cruz de los martirios. El mismo herraje con el que Eduardo Chibás tocó a la puerta de la razón popular, en su último aldabonazo. O acaso el metal desesperado de la voz de aquella alocución suicida que nos privó para siembre de José Antonio Echeverría.

¡Pueblo de Cuba! En estos momentos el dictador de turno ha invocado, por segunda vez, la violencia para reprimir las ansias de justicia de los mejores hijos de esta tierra. El dictador ha renegado, públicamente, de la fórmula del amor triunfante que predica el “con todos”, porque ha entendido, no sin terror, que somos muchos los que nunca estaremos del mismo lado que él. Pero lo peor, cubano, es que sigas renunciando al “bien de todos” para el que fuimos hechos y al que circunstancialmente llegaremos, pues es la única ley irreversible la conjunción gloriosa de esos términos: “con todos y para el bien de todos”.

📷 Encima: cubanos siendo golpeados el 11J por seguidores del régimen provistos de maderos (Reuters); debajo: trabajadores de una empresa estatal recibiendo maderos en un simulacro de contención de una protesta (Twitter/ @Fernandez_2708)

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