“EL 15 DE NOVIEMBRE TENEMOS QUE DEMOSTRAR QUE NECESITAMOS CAMBIAR”. ENTREVISTA A LEONARDO FERNÁNDEZ OTAÑO, COORDINADOR DEL PROYECTO ARCHIPIÉLAGO

✍ y 📷 Yunier Gutiérrez
Leonardo Manuel Fernández Otaño (Sancti Spíritus, 1992) es un católico de fe y convicción. Historiador egresado de la Universidad de La Habana y licenciado en Ciencias de la Religión por el Seminario Evangélico de Matanzas, es miembro y coordinador de la recién creada plataforma Archipiélago, proyecto promotor de la Marcha Cívica por el Cambio del 15 de noviembre en Cuba.
Fernández Otaño, quien también es Máster en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina y el Caribe y cursa un doctorado de Historia, accedió a conversar con La Hora de Cuba sobre Archipiélago y los intentos de descrédito de sus principales figuras por parte del régimen cubano.
Pregunta (P): ¿Cómo llegas al proyecto Archipiélago?
Respuesta (R): Llegué a Archipiélago curiosamente el 11 de julio. El proyecto nace en agosto y fui de los que se les consultó la idea y de los que se involucró desde el primer momento.
«Para mí, Archipiélago nació en esa celda del Vivac [centro de detención en La Habana] donde habían ‘durakitos’, activistas de la comunidad LGTBI, católicos —como yo—, dramaturgos, donde había una pequeña República.
«Ahí nació, en una celda de esa noche del 11J cuando todos nos conocimos, cuando entendimos la necesidad de crear espacios plurales, donde el civismo y la cultura sean la fortaleza de todo proyecto en la toma de decisiones, en la búsqueda de consensos, donde todos sientan que en Cuba se puede hacer un cambio, donde todos la sientan suya».
P: ¿Qué objetivos persigue la plataforma?
R: La plataforma tiene varios objetivos claros: la búsqueda de la libertad de todos los presos políticos, la necesidad de cambios profundos para el país, que lleven a un modo de consenso social y que sea refrendado y plebiscitado por la ciudadanía en un ejercicio de libertad en las urnas, y la reconstrucción de la nación.
«Aquí no somos un partido político, ni un movimiento, sino una plataforma que busca consensos para llegar a la Cuba que queremos.
«Una de las ideas que tenemos bien clara en Archipiélago es estar abiertos a las ideas, que es estar abierto a la voz de la ciudadanía.
«El proyecto despierta en muchas mentes pasiones, radicalismo, pero nosotros necesitamos la moderación, necesitamos saber que nuestra arma es responderle a ese régimen totalitario con una propuesta cívica, que nuestra arma es escuchar a todos, que lo único que tenemos son nuestros cuerpos, nuestras vidas, lo que somos.
«Más allá, saber que no podemos ser una nación polarizada, crispada, sino una nación que camina bajo conciliación, como espacio común donde todos se escuchen, dónde todos aporten».
P: ¿Qué representa ser miembro de Archipiélago?
R: Ser miembro de Archipiélago implica riesgo, o sea, mi familia ha sido acosada, mis amigos han ido a interrogatorios, yo he sido detenido… Pero lo más importante es que uno debe de saber el peso de las acciones, aunque es sumamente complejo pero no imposible, y así lo hacemos todos.
No me siento un activista, solo me siento un laico intelectual católico, y desde ese compromiso de fe es que abrazo, es que miro, es que quiero transformar a Cuba, es que quiero interceder en ella.
P: El régimen cubano, sin embargo, se empeña en demostrar que los miembros de Archipiélago están financiados por gobiernos extranjeros…
R: El estado cubano sabe bien cuáles son nuestras fuentes de ingresos. Ellos lo tienen claro, y la mayoría trabajamos actualmente con el gobierno. Muchos han sido expulsados de sus trabajos, como el médico holguinero Manuel Guerra, o como el profesor universitario cienfueguero David Martínez Espinosa.
«Somos eso, ciudadanos en la inmensa mayoría jóvenes, que tenemos las mismas dificultades cotidianas, que tenemos que salir a “lucharla” porque si no nos quedamos sin comer ese día. Esa es nuestra realidad.
«Una de las cosas que ha intentado el estado totalitario es dinamitar nuestro círculo de amistades porque nos conocen, porque saben la transparencia que nos caracteriza y no han podido deconstruir esa imagen con la farsa de criminalizar.
Nosotros no percibimos ningún fondo, lo hemos dejado claro. Vivimos de nuestro salario. Que nos busquen las pruebas».
P: ¿Cuál es tu criterio sobre los regímenes totalitarios?
R: El totalitarismo es una forma de configuración del estado, donde un grupo, una élite, mediante el terror como instrumento de represión, se perpetúa en el poder.
«Estoy en contra de toda forma totalitaria. Creo en la capacidad de la persona humana de escoger, de buscar consensos.
Como profesor creo que esa diversidad de criterios es el mejor dique anti totalitario que existe.
«El totalitarismo se perpetúa en el poder, muchas veces utilizando herramientas populistas, porque es un fenómeno que está asociado al populismo del signo que sea.
«Siempre muevo esa frase de [Oswaldo] Payá: “ni de izquierda ni de derecha, simplemente dictadura”. Porque tan totalitario fue Hitler cómo Stalin, tan totalitario fue Franco y Pinochet, cómo lo fue [Fidel] Castro».
P: ¿Qué te motivó a protestar el pasado 11J?
R: Ver el pueblo de San Antonio de los Baños en las calles para mí fue importante. Había acabado de llegar de misa.
«Primero, un sistema social que a mí no me dice nada, que yo no escogí, fue una imposición y nadie me consultó.
«Segundo, ver cómo la gente sufre cada día más. Ver cómo yo voy al mercado y hay un anciano que no puede comprar porque no le alcanza el dinero a fin de mes y ver que reúne monedas, me hace mucho mal. Eso me pone muy triste.
«Tercero, me mueve ver la cantidad de presos políticos cada día más creciente, me mueve ver cómo hay personas como mi amiga Carolina Barrero que tienen a un policía en la puerta de la casa y que no puede salir. Ver cómo se la han llevado delante de mis ojos, sin ningún apego a la legalidad que ellos mismos pregonan.
«Ver cómo no me dejan dar clases en un aula por pensar distinto, ver tantas expulsiones, ver tanta criminalización del disenso.
«Ese saco de emociones e inconformidades me llevó el 11J a decir que yo quiero democracia, que merecemos una vida mejor y que somos cubanos, y que en esta tierra se nos tiene que escuchar y que esta es la tierra qué hay que cambiar».
P: ¿Qué carácter tendrá la marcha del próximo 15 de noviembre?
R: Hay qué pensar posibles escenarios, no tenemos una respuesta cierta. Nosotros como plataforma convocamos una marcha pacífica, cívica, que sea una fiesta, que sea un espacio de reconciliación.
Ahora, ¿qué es lo qué va a suceder? En el día de hoy no podría decir. Nosotros estamos haciendo lo imposible para que no haya ningún ejercicio de violencia, porque no somos nosotros los que queremos violencia. La violencia la detenta el estado, quien va a ejercer la represión, eso está más que claro.
«Ahí está el 11J, ahí están las imágenes de personas con palos en las manos.
«Pero yo creo mucho en la libertad y en la capacidad creadora de la ciudadanía. Creo que la ciudadanía va a crear modos para transmitir el día 15 de noviembre ese mensaje cívico de inconformidad social que se ve por todos lados».
P: ¿Cómo es la Cuba que quieres en un futuro cercano?
R: La Cuba que yo quiero es la Cuba donde mis amigos que son gays se puedan casar, la Cuba que yo quiero es donde yo pueda llevar a mis hijos a un colegio religioso, la Cuba que yo quiero es donde puedas trabajar en un proyecto social sin que venga la Seguridad del Estado y te cuestione.
«La Cuba que yo quiero es donde haya una repartición de poder, donde no hayan más presos políticos.
«La Cuba que yo quiero es la Cuba donde mis amigos no se sigan yendo, donde los ‘durakitos’ vuelvan a tener sueños y que sus sueños no estén afuera.
«La Cuba que Leo [Leonardo] quiere es la que los estudiantes puedan hacer lo que les venga en gana, puedan protestar, puedan inclusive llegar a no ponerse de acuerdo, pero que puedan llegar a ejercer la libertad sin ser reprimidos, sin ser golpeados.
«La Cuba que yo quiero es donde nosotros podamos elegir quiénes nos gobiernan, donde el poder pueda ser discrepado.
La Cuba que yo quiero es la Cuba donde hayan socialdemócratas, de izquierda, derecha, de centro, desde el respeto y el debate sincero. Eso es por lo que yo apuesto.
«Que ningún poder me prohíba embarrarme de tiza y dar clases porque yo pienso distinto.
«La Cuba que yo quiero es la Cuba en la que yo pueda enseñar en un aula que no hay un solo partido, que no hay una sola revolución, que no hay un pensamiento único, sino que pueda enseñar al liberal que fue Félix Varela, al modernista José Martí, a la Generación del ‘10, que pueda enseñar tanto a Mella como a Villena.
También que pueda decir que han habido presidentes honrados, donde pueda decir que hay valores inherentes a la nación, pero que un partido no la representa, que una ideología no es la cultura».
P: ¿Qué mensaje deseas enviarle a los cubanos que saldrán a las calles a exigir derechos el próximo 15N?
R: Si vamos juntos, llegaremos lejos. No nos cansemos. El día que yo dije que el totalitarismo no iba a incidir sobre mí, ese día fui libre. Que no nos dejen solos, que muchos hemos apostado nuestras vidas y todos nos merecemos una Cuba mejor. El 15N tenemos que demostrar que necesitamos cambiar, que nos merecemos una vida mejor, que necesitamos una Cuba que sea de nuestro tiempo, que seamos protagonistas. Nos merecemos una Cuba distinta.
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