
✍️ Mario Ramírez & Henry Constantin
📷 Henry Constantin
Por estos días La Hora de Cuba está de aniversarios, y uso el plural pues se trata de dos fechas significativas. La primera, aquel 13 de noviembre de 2013 en el que salió el primer número de la entonces revista impresa, que circuló durante más de cinco años de manera clandestina y resistiendo las amenazas de la Seguridad del Estado. Más tarde, el 10 de diciembre de 2018, con la llegada de los datos móviles a la isla, ocurrió el segundo bautizo del ahora medio independiente digital. Sobre lo que ha significado este proyecto y su relevancia en el ámbito social cubano hemos conversado por estos días con su fundador y director, Henry Constantin Ferreiro.
P: ¿Qué te llevó a fundar un medio como La Hora de Cuba?
La idea de fundar un medio de prensa nace de mi necesidad de expresarme sobre la realidad del país y sobre mi propia realidad dentro de él. No encontraba ningún otro espacio donde hacerlo de la manera que yo deseaba. Además, estaba la necesidad de hacerlo no como un individuo aislado, sino con muchas otras personas con las que compartía puntos de vista e ideas, y que así mezcláramos nuestras habilidades distintas para potenciar nuestros proyectos de país. En mi caso personal también es una autoafirmación, después de que la dictadura me cerrara estudios universitarios y espacios de comunicación, me amenazara e intentara forzar al silencio permanente sobre mi país.
P: ¿Por qué La Hora de Cuba? ¿Cómo surgió la idea para ese nombre?
El nombre surge después del de La Rosa Blanca, proyecto que le precedió. Buscando también que el proyecto fuera más periodístico que literario, pensamos en las palabras claves «hora» y «Cuba». El tiempo es un concepto mucho más cercano al periodismo que a lo literario, y la palabra Cuba aterrizaba ya en un público concreto, al que va dirigido ese momento clímax de las tantas necesidades de libertad que tiene el pueblo cubano. ¿Qué mejor título para un medio o proyecto que la propia meta que se busca?
P: ¿Por qué pasar del formato impreso al digital? ¿No fue algo muy radical en su momento?
Pasamos de lo impreso a lo digital por cuestiones prácticas, como la mayor facilidad de trabajar de manera digital y el resultado de divulgación, mucho mayor en este nuevo formato. En el impreso podíamos llegar a centenares de personas en un semestre, mientras que en el digital alcanzamos decenas de miles de personas en un día.
P: ¿Qué distingue a La Hora de Cuba? ¿Cuál es la misión del medio?
En primer lugar es el único medio de prensa independiente que tiene su directiva y su sede totalmente ubicados dentro de Cuba y fuera de La Habana. Además de eso, somos un medio de prensa que, sin excluir la búsqueda de la imparcialidad, por estar tan conectados emocionalmente con los dramas que vive nuestro país, hemos sido muchas veces coprotagonistas de estos sucesos. Nos hemos solidarizado muchas veces con las víctimas de cuyas historias solemos dar voz. Entre nuestras misiones están reafirmar el valor de la libertad de expresión y hacer un trabajo responsable con el periodismo, la verdad y el país. No estamos ajenos a las crisis que vive Cuba y queremos proponer soluciones como medio. No queremos hacer un periodismo distante, sino acompañar en la medida de lo posible la cercanía y el riesgo de las historias que contamos.
P: Periodismo y activismo, ¿es posible? ¿Cómo lleva esta relación La Hora de Cuba?
Tratamos de hacer un trabajo serio, donde lo que prime sea la verdad, no nuestras simpatías, deseos u odios. Queremos informar a las personas con hechos, aunque no desestimamos la importancia que tiene la pasión a la hora de transmitir ideas. Al vivir en el mismo medio que tratamos de narrar y enfrentar las agresiones de este entorno, tratamos de ser humanos en primer lugar y entonces sí, definitivamente defendemos esas causas con pasiones que desbordan al periodismo.
P: ¿Cómo ves a La Hora de Cuba en el futuro?
El futuro de La Hora de Cuba está muy atado al futuro de Cuba. Podemos seguir viéndonos como lo que somos ahora mismo, un medio de prensa asediado, perseguido, limitado en las cosas que puede hacer por razones policiales, legales, prácticas, económicas, pero que no abandona la visión de crecer como organización inclusive en un ambiente tan hostil como este. Crecer, llegar a más personas, tener un trabajo más sólido y profesional y más acorde con los tiempos que vive Cuba y con los tiempos tecnológicos del mundo. En una Cuba libre, por supuesto, la visión se mantiene.
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